jueves, 22 de octubre de 2009

¿POR QUÉ?


El sábado pasado, en casa, en Madrid, tomando unos gintonics, con unos amigos. Viendo el Valencia-Barcelona en la Sexta, con el recuerdo de Andrés Montes sobrevolando, todavía. El Valencia, mi equipo desde que tengo uso de razón; le he visto ganar dos ligas, una UEFA, una Copa del Rey, perder dos finales de Champions. He saltado y chillado mil veces de alegría y me ha amargado otros tantos miles días. El sábado pasado empatamos cero-cero contra el Barsa de Laporta, ese hombre que está consiguiendo que la gente deje de ser del Barsa. Cuando juega el Valencia en mi casa lleno las paredes de bufandas, de banderas, de camisetas, si el partido es lo suficiente importante y el ambiente lo suficientemente festivo. Al terminar el partido, mis amigos y yo, salimos a seguir pasándolo bien, porque esa estaba siendo una muy buena noche. No a celebrar el empate, obviamente. Aunque sí que nos llevamos las bufandas puestas; supongo que el alcohol, o la ingenuidad, no me hizo prever lo que podía pasar un rato después.
Lo que pasó después fue, empezando por el final, que en un bar, un tipo que se identificó como ultrasur nos obligó a abandonar el local, a no ser que le diéramos la maldita bufanda. Nada más entrar, se dirigió a mí diciendo que YO iba al bar a provocarcon la bufanda puesta. Al principio le confundimos con el portero del sitio, pero las cosas empezaron a no cuadrar. ¿A Provocar qué? Pensaba yo, incrédulo y anestesiado por el alcohol. Si tú eres del Madrid y nosotros hemos empatado con el Barcelona, qué hay que provocar, qué hay que celebrar. El ultrasur iba subiendo su tono y acercándose más a mi cara. Mis amigos observaban incrédulos, pero al acecho. Lo mejor fue lo que hicimos: retirarnos. El episodio fue bastante más largo y bastante más tenso, pero obviamente no merece la pena gastar más letras. Afortunadamente la coherencia se impuso y nos fuimos del bar; probablente gasté en ese momento la única que me quedaba para el resto de la noche. Salimos: guardé mi bufanda naranja en el bolsillo, momentáneamente.
Y me pregunto para qué, por qué cojones me gustará tanto el fútbol, me pregunto cómo es posible que ese bruto y yo compartamos una misma afición por un balón, me pregunto incluso cómo es posible que estemos hechos de la misma materia. Me pregunto a veces desde entonces por qué me sigue gustando tanto el fútbol, por qué grito, salto, chillo, lloro, brindo. Por qué hay tanto hijoputa por el mundo que lo mismo se pegaría por un balón de fútbol que por cualquier otra cosa con la que no estuviera de acuerdo. Mi bufanda y yo llegamos esa noche, llegamos de día, con poca coherencia y demasiado alcohol.Pero qué cojones. Amunt Valencia. Per sempre. Pero sin hostias. Ni una. Malditas bufandas. Malditos colores.

2 comentarios:

Máximo dijo...

Inteligente decisión la vuestra. Y lógica la incredulidad.

Yo aún me sorprendo al pensar que tras 7 años en Madrid, con una clara identificación de seguidor de la Real Sociedad en el coche, no hubiese algún subnormal antivascos que no le diese por crujirme los cristales.

Quizá bajar a segunda división les produjo más pena que odio.

Y hoy sí, hoy AMUNT VALENCIA.

el marido de Alabama dijo...

ya ves, melón, asco de fútbol a veces, qué dificil es ser valencianista en madrid, coñooooooo.. ya, lo del banderín de la real porque no pillaste ningín subnornal por ahí q si no,,,