FIN DE FIESTA

Se acabó la Navidad, qué alivio. No se puede decir que haya sido una navidad especialmente buena. Los reyes me han dejado una resaca del copón y ayer compré un roscón para mí solo. Jaja. Un poco triste, pero gracioso al fin y al cabo. ¿Me da un roscón para singles? Sería un gran negocio, seguro. El caso es que fui a comprar un roscón a una afamada pastelería recomendada en esa guía basurilla llamada OnMadrid, acompañado de mi amigo y compañero M.P., y, tras hacer cola con unas señoras de visón, compro el roscón más pequeño que tenían y se me queda cara de gilipollas cuando me dicen 23 €. Me dio corte decir que no. Total, qué mas daba. Eso sí, estaba cojonudo, y lo mejor es que me toca la sorpresa seguro. Ayer fue una de esas noches un tanto tristes pasadas por agua y alcohol buscando la ilusión de los reyes en cualquier esquina, pero lo único que te encuentras por las esquinas son putas del este y africanas y puestos de chinos vendiendo arroz y cerveza barata. Sin rastro de los Reyes, si acaso algún camello. En el Costello hacían una fiesta de Noche de Reyes, pinchaban soul, y debía ser una fiesta vintage (como bien dedujo M.P), pero nosotros no nos enteramos de nada. Vintage entendido como de los años 50 o así. Había mucha gente vestida de ese rollo, como de nerds, y gafas de pasta tipo Buddy Holly. La noche terminó en la Sala Sol, con al alcohol flotando en las esquinas y miradas devueltas en la pista.